Capítulo 1 - Chisináu
En la oscuridad de la noche iluminada débilmente por la luz lunar, yacía sobre mi cama sin poder dormir, balanceándome de lado a lado con el sacudir de mi vagón. Llamarla "cama", bajo mis estándares, sería engañoso, la verdad es que el colchón era inmensamente incómodo, y la constante vibración del viaje, sumado con el frío del invierno, hacían que conciliar el sueño fuese un verdadero reto; supuestamente las camas eran muy buenas para un viaje de 11 horas, al menos en mi caso, no fue así. Estaba acostado sobre mi espalda, pensando en las típicas cosas sin importancia que una persona con insomnio suele pensar, o al menos para mí parecían carecer de significado, pues sabiendo que en la mañana no tendría tiempo suficiente para descansar, lo más conveniente era que durmiese lo mejor posible. Cuando nos asentamos en nuestra cabina, Costin se mantuvo despierto un par de horas mientras hablábamos de cualquier cosa, Anton se durmió casi de inmediato, pues había trabajado ese mismo día y se encontraba exhausto incluso antes de iniciar el trayecto - se dedica al mantenimiento de elevadores - mientras que Alina estuvo despierta pero sin hablar mucho, lo único que supe cuando le pregunté fue que buscaba por Internet sitios interesantes que visitar en Chisináu.
Viajábamos en un tren cama llamado Prietenia, que es famoso por ser el último tren soviético de Europa. Nuestro compartimiento tenía un estilo muy clásico, nuestras camas tenían cuatro armazones distribuidos en las dos paredes de la cabina, como si fuesen literas colocadas a ambos lados, con colchones y sábanas de hilo de algodón muy simple, no soy experto en tejer, pero las describiría como teniendo una especie de "trenzas". Las paredes eran metálicas, con un aire muy industrial pero elegante, teníamos una ventana justo al frente cuando abríamos la puerta de la pequeña habitación que estaba decorada con un cortinado que apenas ocultaba la luz que venía de afuera, y junto en medio de las cuatro camas se encontraba una pequeña mesa con florero; teníamos además enchufes por si queríamos conectar nuestros electrónicos. Costin y Anton se quedaron con las camas superiores mientras que Alina y yo con las inferiores.
Debíamos estar a algunas pocas horas de la frontera entre Rumania y Moldavia, habíamos partido poco después de las 19:00 y sabía que era la madrugada, pero no estábamos tan cerca del amanecer por lo que debíamos estar a por lo menos más de cuatro horas de nuestro destino. Mientras me movía en mi cama buscando una posición más cómoda, Alina, que se encontraba en frente de mí, me susurró.
- Vasile, ¿No puedes dormir?
-No... Pensé que estabas dormida, ¿Te desperté? Respondí.
-Me desperté sola, tengo mucho frío.
Y efectivamente, era Enero en Rumania, y la temperatura, por lo que pude ver un poco antes, era de -2 grados.
-Yo también, aunque con un poco de suerte dormiré un poco, mañana no tendremos mucho tiempo.
-Lo sé. Dijo ella, y después de una corta pausa, preguntó:
¿Aún quieres ir a aquel sitio que te dije?
-¿La zona rural o las ruinas?
-Las ruinas.
-Eventualmente si, aunque lo que más me emociona a mí son las zonas del bosque, ¿Sabes? Las ruinas se ven más turísticas y por lo tanto muchas más personas van a visitarla. La zona rural se siente un poco más desolada, además, en invierno el bosque se debe ver muy bonito, y con suficiente luz en el día, creo que vale la pena ir. Le dije.
-Está bien, podemos ir a las ruinas, y luego a la zona rural, si te parece.
-Trato hecho.
En ese momento, Costin, que se encontraba en la cama justo arriba de mí, se movió un poco, y dejó salir un tenue "Hmm", como si estuviese apunto de despertarse. Al darnos cuenta, asumimos que lo mejor era dormir para no molestar a los muchachos, o al menos eso fue lo que supe interpretar al ver la expresión en el rostro de Alina. Después de eso, ella me dijo "Que descanses" y se acomodó en su cama para dormir, yo hice lo mismo como pude. Cerré los ojos e intenté concentrarme en el metálico sonido del tren en marcha, después de lo que me pareció ser una hora, pude dormir.
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En la mañana de ese mismo día me desperté con el sonido de voces hablando en tono bajo, Anton y Costin estaban ya ambos despiertos. Al mirar a la ventana vi que ya había amanecido, por lo que ya debíamos haber pasado la frontera, y debíamos estar cerca de la estación de Chisináu, tomé mi teléfono, eran las 7:45. Me asomé hacía la cama de arriba, donde estaba Anton. Alina estaba acostada boca abajo, no sabía si estaba despierta.
-Buenos días, Cenicienta. ¿Dormiste bien? Dijo Anton, mirándome desde arriba.
-No... A veces me gustaría ser la bella durmiente. Respondí.
-Qué mal, pero creo que fue una buena idea venir en tren, parece como si estuviésemos en la unión soviética, parece una máquina del tiempo, ¡Me encantan estas cosas!
-Constantin tuvo la idea, él ya vino en tren una vez. Dije.
Constantin, que llamábamos Costin estaba escuchando la conversación.
-Sabía que les gustaría. A mi me gusta viajar de noche porque no tenemos que gastar dinero en un hotel, de esta manera podemos simplemente dormir en el vagón, y nos ahorramos un día de estadía. Dijo Costin.
Estuvimos hablando acerca de lo que haríamos al llegar a la estación y cómo llegaríamos a nuestro alojamiento. Después de algunos minutos Alina despertó y decidimos ir todos al vagón restaurante a desayunar. No tuvimos tiempo de hablar mucho después de eso pues nuestra llegada sería a las 8:50, por lo que sólo pudimos acabar nuestra comida y alistar nuestras cosas para bajar del vagón. Al llegar a la estación, nos encontramos con la estación notablemente solitaria, el único tren que se encontraba ahí era el nuestro, y las personas que allí estaban - que no eran numerosas - eran las que nos acompañaban en nuestro viaje desde Bucarest. Lo primero que hicimos fue cambiar leus en la casa de cambio de la estación, seguidamente compramos tarjetas de teléfono moldavas y algunos bocadillos en las maquinas dispensadoras, un señor nos preguntó si necesitábamos un taxi, pero Costin declinó educadamente, diciendo que no era necesario pues tomaríamos el autobús. Y así lo hicimos, nuestro alojamiento quedaba muy cerca del centro de la ciudad y sólo tuvimos que caminar un poco y esperar algunos minutos.
-Llegaremos en 15 minutos. Es muy rápido. Dijo Costin.
La mañana era nublada y extensamente blanca, no nevaba, pero el brillante reflejo de las calles cubiertas de nieve y finas capas de agua congelada daban indicios de que la noche anterior había sido friamente densa, aunque no lo suficiente como para cubrir porciones importantes de la ciudad e impedir el paso de los vehículos que ahí circulaban. Íbamos en dirección al centro de la ciudad, al inicio pasamos por una zona con edificios de poca altura, con negocios y tiendas en la parte inferior y viviendas en la parte superior, en donde nos encontrábamos, una alameda se extendía hasta el final de una calle que nos llevaría a una avenida con una inmensa plaza, en donde se encontraba una edificio con aire político que adiviné sería algún edificio del gobierno de la ciudad.
-¿Entonces ya habías estado en Chisináu hace un año? Preguntó Alina a Constantin.
-Si, fue un viaje de trabajo, pero no tuve mucho tiempo de visitar la ciudad en esa oportunidad. Antes de eso vine con mi familia muchas veces en mi infancia, pero la última vez fue hace muchos años, y no recuerdo muy bien aquella ocasión, tampoco tomé muchas fotos. Respondió.
-¿Por qué? Dijo Alina.
-Porque tenía 16, y a esa edad mis padres aún no me dejaban tener una cámara fotográfica propia, ellos tomaron algunas fotos, pero sólo imprimieron algunas, siguen enmarcados en casa, pero es mi único recuerdo del viaje. Quizás con un celular hubiese podido tomar fotos, siempre quise un Nokia por esos años.
-Aunque creo que la resolución no debía ser muy buena. Dijo Anton, quien escuchaba la conversación.
-No lo era, al menos si lo comparas con los de hoy en día, pero era una especie de símbolo de estatus, ¿Sabes? Dijo, riendo.
Costin había visitado la ciudad en más de una ocasión, sus padres eran Moldavos pero se mudaron a Rumania antes de que él naciera. Nativo de Bacău, él y su familia se encontraban relativamente cerca de Chisináu, por lo que solían visitar la ciudad.
-Estoy seguro que les gustará, especialmente a ti, Vasile. Chisináu es excelente para encontrar zonas de exploración urbana, especialmente en las afueras de la ciudad. Dijo Costin.
Conocí a Costin en la universidad, en Bucarest, coincidimos en una clase y nos tocó hacer un proyecto juntos. Apenas estuvimos en esa única clase, pero mantuvimos nuestra amistad por el resto de la carrera. Compartíamos varios pasatiempos en común, uno de ellos era la exploración urbana. Yo nunca exploré en esa esa época, porque nunca tuve a alguien con quién ir, mi única experiencia eran videos y blogs que solía ver por Internet, no eran muchos, pues esta práctica no era todavía tan popular como hoy en día, o al menos no existían cámaras tan buenas como para documentarlas. Costin para ese entonces ya había explorado algunos edificios en Bucarest y se consideraba un experimentado. No conocíamos las leyes de Rumania, pero como adultos jóvenes suponíamos que explorar era considerado allanamiento, tomábamos nuestras precauciones y sólo frecuentábamos los locales por la noche, nos asegurábamos de que no hubiesen transeúntes presentes, pues no queríamos llamar la atención. En una ocasión, en uno de nuestros primeros viajes, visitamos una vieja fábrica de cervezas que era fácilmente accesible porque tenía varias ventanas con vidrios rotos que permitían la entrada, sólo teníamos que saltar un pequeño muro, en aquel momento pensamos que era muy raro que el edificio no tuviese rejas, o alguna manera de evitar que alguien entrase. El sitio era enorme, era un único edifico no muy alto que se extendía a lo largo de una única calle, debía tener unos seis o siete pisos, adornado con múltiples ventanas y chimeneas, las paredes estaban visiblemente viejas y cubiertas de moho y algunas plantas de enredadera que se extendían en algunas zonas hasta no encontrar más espacio para crecer, los ladrillos eran visibles y la pintura, a pesar de aún estar presente, había visto mejores días. Recorrimos las inmediaciones de la antigua propiedad hasta encontrar una pared derrumbada, por lo que no nos tomó mucho tiempo adentrarnos en la base del edificio, desde ahí podíamos subir unas únicas escaleras que conectaban con todos los pisos, al subir, nos encontramos en un largo espacio rodeado por pilares, en donde alguna vez se encontraron maquinarias para producir cerveza, esto lo supimos por las marcas en el piso que aún tenía indicios de metales siendo arrastrados. El techo tenía bigas que conectaba a todos los pilares de la habitación en un padrón uniforme y a ambos lados habían ventanas, muchas de ellas con vidrios rotos, que comunicaban con la vista exterior de la ciudad y del propio patio del recinto.
-No todos tienen la oportunidad de ver estos sitios desde dentro. Dijo Costin.
-Es justo como lo había imaginado, sólo que mejor. Dije yo, mientras miraba por una de las ventanas, hacia algunos edificios aledaños.
-Tengo un amigo que suele acompañarme también, un día de estos lo conocerás.
Anton era amigo de la infancia de Costin, nacido en Bacău, y también estudió en Bucarest, sólo que en una universidad diferente a la que nosotros atendimos. Nos conocimos una tarde antes de visitar el patio de trenes abandonado, Anton es ligeramente menos alto que Costin y yo, pero era visiblemente más atlético pues visitaba el gimnasio seguido, no era gracioso, pero él pensaba que lo era, y a pesar de que alardeaba mucho acerca de ser muy popular con las mujeres, nunca lo vi salir con una. Mi primera impresión de Anton fue que era una persona muy arrogante y charlatana, pues tenía algunas opiniones impopulares acerca de política, religión, y otros tópicos que no tenía vergüenza de tocar, incluso a veces era particularmente molesto cuando tenía una opinión acerca de mi manera de vestir, mi forma de comer, la manera en la que conducía, como hablaba, lo que leía, los sitios web que visitaba, los hábitos que tenía, y un largo etcétera. Hablaba de lo que era y no era "optimo", dicho en sus propias palabras, pero esto era la manera suya de decir: "si no lo haces como yo lo hago, entonces está mal hecho". En fin, los primeros meses conviviendo con Anton fueron un poco forzados, pues al inicio nos acompañaba siempre que decidíamos explorar, Costin tenía más confianza con él, por lo que decidí tolerarlo. Después de un tiempo dejó de ser tan hablador, casi como si la confianza fuese lo que necesitase para apagar sus ansias de opinar, incluso comenzamos a descubrir que teníamos gustos en común, como el ciclismo, el rock alternativo y la comida mexicana.
-Toma, cenicienta. Me dijo él, entregándome un par de zapatos de repuesto que tenía en su mochila, en una ocasión en que tropecé y perdí una de mis sandalias cuando visitamos las alcantarillas.
A Alina la conocí también en la universidad, nacida y criada en Bucarest, de padres daneses. Coincidimos en una clase de Química orgánica, ella era una alumna brillante y especialmente buena para realizar presentaciones y trabajos de investigación, era (y sigue siendo) muy detallista, solía darse cuenta de aspectos que muchos de nuestros otros compañeros pasaban por alto, y esto hizo que tuviera un gran reconocimiento por parte de los profesores. Es mayor que yo por cuatro años y es notablemente más alta, de hecho, la más alta de nuestro pequeño grupo. viajó a varios sitios de Europa y se consideraba una aventurera, pues prefería perderse en medio de una ciudad que ella desconocía, a las 22:00 PM, que quedarse bajo un techo viendo una película cuando no tenía sueño. Y sé que esto realmente pasó, porque lo hizo cuando estuvimos en España. Comenzamos a salir poco más de seis meses después de conocernos, es una mujer que me complementa como persona porque me motiva a hacer cosas que por mí mismo no haría, ella es una excelente escaladora, por ejemplo, pasó gran parte de su infancia y adolescencia practicando dicho deporte, y esto hizo que desarrollara un cuerpo fuerte y resistente, fue ella quien me enseñó a escalar, y solíamos frecuentar el gimnasio de escalada a menudo. Fui yo quién le dio a conocer el mundo de la exploración urbana, ella lo adoró casi inmediatamente porque era el tipo de actividades exóticas que una persona entusiasta disfruta, al inicio íbamos acompañados por Costin y Anton, pero cuando los horarios de todos no coincidían, solíamos frecuentar el patio de trenes por nuestra cuenta, aunque luego visitamos el hospital, la fábrica de cerveza, el viejo teatro de cine o incluso el antiguo edificio de la era comunista; tuvimos un mes en el que hicimos cuatro excursiones, una cada fin de semana.
-¿Cómo te sientes? Le pregunté, mientras aún seguíamos en el autobús.
-Bien, gracias. Me dijo Alina.
-¿Recuerdas lo que desayunaste ayer?
-Si, ñoquis.
En ese momento Costin nos interrumpió diciendo:
-Atención muchachos, en la siguiente bajamos.
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Al bajarnos del autobús, nos encontramos en una zona residencial amplia rodeada por varios edificios muy juntos entre si, estábamos en un pequeño parque que separaba la calle principal del espacio de estacionamiento de uno de los edificios, al inicio pensé que nuestro alojamiento sería en uno de ellos, pero después de preguntar, Costin me dijo que debíamos caminar un poco después de la zona residencial, pues no nos quedaríamos en un apartamento, sino en una casa. Caminar fue un poco difícil pues cada uno de nosotros cargaba con un importante volumen de equipaje, que nos impedía el paso en las zonas más estrechas de la vía pública, la nieve, que estaba barrida, hacía del pavimento demasiado resbaloso como para caminar cómodamente, y esto sumándolo al peso que cargábamos hacía que movilizarnos fuese notablemente complicado. Después de dos cuadras, llegamos a una parte del vecindario con una zona muy amplia a ambos lados, no habían edificios ni casas construidas, sólo algunos arbustos y árboles distribuidos en las inmediaciones, eran terrenos prácticamente vacíos, con excepción de una única casa que se encontraba un poco más adelante, a nuestro lado izquierdo.
-Esa es nuestra casa, ahí nos quedaremos. Dijo Costin.
Caminamos un poco más, esta vez teníamos más espacio para movernos y por eso nos era más fácil caminar, aunque seguía estando resbaloso por la nieve, que no estaba barrida en esta zona. Unos pocos minutos después pudimos divisar la casa con más detalle, era un hogar de dos pisos, con techo de teja marrón y paredes de color crema, tenía varias entradas, dos al frente, y probablemente una en la parte trasera, no estaba cercada y tenía un camino de piedra que conectaba la entrada con el pórtico techado de la casa, tenía un balcón en el segundo pico que estaba completamente cubierto por paneles de vidrio que se extendían desde el suelo hasta el techo, tenía apenas ventanas en el primer piso, una chimenea y por el tamaño del techo, asumí que tendría un ático, estaba adornado con una luz exterior en el costado que iluminaba otro camino de piedra que rodeaba la casa hasta llegar a la parte de atrás. Tenía también un pequeño espacio techado en su lado derecho, para supongo proteger herramientas y otros utensilios de la nieve, no era un cobertizo, pues estaba abierto totalmente por los costados, y justo al lado estaba una zona techada, totalmente abierta a los costados también, que intuí era para estacionar un carro. Al llegar al camino de piedras y llegar al pórtico descansamos nuestro equipaje y nos sentamos en una sillas que ahí estaban.
-El propietario ya debía estar aquí, yo no tengo las llaves, denme un momento, lo llamaré. Dijo Costin.
Acto seguido, sacó su celular y mientras marcaba el número, se alejó a uno de los costados del pórtico asomándose por si veía llegar al propietario. Mientras esperábamos, Anton mencionó que después de dejar nuestro equipaje en la casa iría a comprar unas cosas para él en el supermercado más cercano, y que si queríamos fuésemos con él, Alina mencionó que se quedaría un rato antes de salir pues quería dormir un poco más, yo no tenía hambre, por lo que sólo dije que decidiría espontáneamente lo que haría. Poco más de diez minutos después, un carro muy elegante de cuatro puertas de color negro se aproximó a la propiedad, se estacionó cerca del camino de piedra. Un hombre que parecía estar en sus cuarentas procedió a salir del carro, llevaba una chaqueta marrón claro, jeans azules y botas de invierno, nos saludó desde la distancia, y al aproximarse nos saludó.
-Buenos días muchachos, ¿llevan mucho tiempo esperando?, bienvenidos a Chisináu, por cierto. Dijo él.
-Llegamos hace poco. Gracias por venir. Dijo Costin.
-¡Ni lo menciones! Si no vengo, ¿entonces cómo entrarían? Dijo riendo, y acto seguido, continuó:
-Me llamo Mihail, un placer en conocerlos.
-Igualmente. Dijimos todos casi al unísono.
-En fin, aquí tengo sus llaves, ¿Vamos adentro y les enseño la casa?
A continuación, el señor Mihail procedió a abrirnos la puerta y a ayudarnos con una de nuestras piezas de equipaje, al entrar nos encontramos con un interior simple pero cómo, el suelo de madera estaba decorado con un gran tapete que cubría la sala de estar a nuestra izquierda, y en la cual reposaban dos sillones, una mesa de vidrio en el centro, y un pequeño televisor estaba fijo en la pared al frente, justo a la izquierda se encontraba el hogar que conectaba con la chimenea que pudimos ver desde afuera, a nuestro frente teníamos un pasillo que conectaba con varias habitaciones y en cuya izquierda estaba la escalera que conectaba con el segundo piso, y a nuestra derecha estaba la cocina a la cuál podíamos acceder desde del pasillo y tenía una encimera decoraba con un jarrón de cerámica que permitía ver la cocina desde la sala, también a nuestra derecha había una mesa de comedor con algunas sillas.
-Pueden dejar su equipaje en las habitaciones que están al final del pasillo, si necesitan más espacio, tenemos otras dos habitaciones en el segundo piso. Dijo Mihail.
-¿Me podría decir dónde queda el baño? Preguntó Alina.
-Claro, es por acá. Respondió.
Costin y Alina siguieron a Mihail hasta el pasillo, llevando sus equipajes, mientras que Anton y yo nos sentamos en la sala de estar.
-Es bonito, me gusta, muy simple. Le dije a Anton.
-¿Crees que hayan algunas herramientas en el pequeño techo al costado de la casa?
-No lo sé, tendríamos que ir y revisar ¿Qué piensas hacer con ellas?
Anton era ingeniero mecánico y le gustaba buscar tutoriales de como construir alguna cosas interesantes, una de ellas fue un bombillo unido a una batería de teléfono, para improvisar una lámpara.
-Ni idea, depende de lo que tengamos por acá, no creo que al propietario le moleste. Me dijo finalmente.
En ese momento el señor Mihail regresó de la habitación con Costin, y procedió a mostrarle la cocina por unos cortos segundos, luego le dijo para acompañarlo al segundo piso para mostrarle el resto de la casa, Alina no los acompañaba ya, pues debía estar en el baño de la planta baja. Anton encontró el control de la televisión y al encenderla comenzó a cambiar los canales, al no encontrar nada interesante en ese momento, se limitó a dejarlo en el canal público, que pasaba el noticiero de la mañana, en la pantalla estaba una joven reportera que anunciaba las noticias, con cabello negro corto, vestía una camisa de manga larga blanca con un pequeño micrófono enganchado, llevaba un maquillaje simple pero atractivo a la vista.
-Las moldavas me parecen bonitas. Y me gusta cómo hablan el Rumano. Dijo Anton.
-No creo que haya mucha diferencia en el acento, o al menos no me lo parece. Respondí.
-Usan algunas palabras rusas, de vez en cuanto, eso en Romania no existe.
La reportera anunciaba un accidente de automóvil en donde dos personas salieron heridas, ocurrido al noreste de la ciudad. En ese momento, Alina volvió desde el pasillo, reuniéndose con nosotros en la sala de estar, le pedí que por favor llevara mi mochila al cuarto. En ese momento el señor Mihail regresaba con Costin del segundo piso.
-Perfecto muchachos, ya le mostré la casa al joven Constantin, le expliqué las reglas de la casa, pregúntenle si tienen alguna duda, siéntanse libre de usar el garaje si planean alquilar un carro, sólo me gustaría pedirles que manipulen la manguera de la ducha con cuidado, necesito instalar una nueva.
-¿Por garaje se refiere al espacio techado de afuera? Preguntó Costin.
-Correcto. Si tienen alguna duda, por favor no duden en contactarme.
En el noticiero, la reportera anunciaba ahora un asalto a mano armada, ocurrido ayer en la noche, en la zona del centro. Anton, quién estaba sentado en el sofá más alejado de la entrada, preguntó:
-¿Es Chisináu muy violento? Van apenas dos minutos que puse el noticiero y ya salieron dos tragedias. Dijo en tono de broma.
-Es pacífico, diría que lo más peligroso son los conductores, ¡muchos imbéciles son terribles al volante! En lo que respecta a violencia, ciertamente no somos Islandia, pero diría que es posible caminar por la ciudad sin prestar mucha atención, siempre y cuando sea durante el día y en las zonas más seguras. Dijo Mihail.
Tomó una pausa, como si estuviese pensando, y después de unos segundos, mencionó:
-Hubo un sujeto hace un año más o menos, que le disparó a unas personas con una escopeta.
Anton, quien sonreía, borró la expresión de su rostro al darse cuenta que Mihail no reciprocaba, yo volteé mi cabeza y miré a Mihail, Costin se mantuvo mirando al vacío, distraído y sin sonreír, pues imagino que no se le ocurrió nada que decir al momento, pero al recomponerse poco después, quebró el silencio preguntando:
-¿En serio?
-Si, son cosas que pasan de vez en cuando. Dijo Mihail.
-¿Por qué? Preguntó Anton.
-Nadie sabe, no pudieron encontrar al tipo ese, ni siquiera pudieron encontrar el arma, o las cosas que vestía. El sujeto iba con ropas militares, y un chaleco de invierno, no recuerdo mucho los detalles, pero sé que mató a unas cinco o seis personas, durante varios meses. Una persona sobrevivió, era el hermano de una de las victimas, y según su testimonio era un hijo de puta alto, y tenía una fuerza del demonio.
-Para no conocer los detalles sabes bastante del asunto. Dije, riendo.
-Veo mucha televisión, ser propietario de alojamiento no me da mucho trabajo.
Después de una corta pausa, continuó.
-Los ataques no pasaron en el mismo año, el sujeto parecía atacar una vez por año. Añadió Mihail.
-¿Crees que el tipo ataque otra vez? Preguntó Anton.
-Pues es posible, no sé si la policía habrá hecho un comunicado oficial acerca del asunto, pero imagino que estarán al tanto de eso. Hubo mucho revuelo en su momento, la gente casi no salía de sus casas en ese entonces. Dijo Mihail.
Hubo un corto silencio en la sala, yo pregunté:
-¿Dónde ocurrieron los ataques?
-Uno de ellos fue en una zona rural al noroeste de la ciudad, en alguna propiedad abandonada o algo así. Otro recuerdo que fue en un camino de tierra, y el otro no recuerdo, pero sé que todos fueron en la zona de Durlești.
Hubo un nuevo silencio corto en la sala, yo bajé la mirada por unos segundos. Al mirar a mi izquierda vi a Anton, mirando con una sonrisa nerviosa a Costin.
-De cualquier manera muchachos... Tengan cuidado si salen de noche, y les recomiendo que no visiten la zona rural de Durlești en la madrugada. No ha pasado nada en un tiempo, pero nunca se sabe. Concluyó.
El señor Mihail dejó salir una risa, como si intentase romper la seriedad de la conversación, y procedió a decir que no nos preocupásemos y que disfrutásemos nuestra estadía en Chisináu. Se despidió,le dio las llaves a Costin y salió por la puerta mientras se despedía agitando la mano. En ese momento Alina volvía del cuarto para incorporarse con nosotros.
-Gran destino para hacer exploración urbana, cara de verga. Prácticamente vinimos para visitar la zona rural. Dijo Anton a Costin.
-Yo no supe nada de esto, ni siquiera cuando vine el año pasado. Se defendió Costin.
Pero si no les gusta, podemos siempre visitar otros sitios. Tampoco es para tanto.
-¿De qué hablan? Preguntó Alina.
Antes de que pudieran contestar, levanté mi mano haciendo una señal con la palma de mi mano para indicar que esperasen, pues Anton y Costin conocían la condición de Alina y sabían que lo mejor era no preocuparla o estresarla.
-Luego te explico, no es nada muy importante; oye, ¿No quieres ir al alquiler de coches que mencionaste ayer? Yo no sé donde queda. Le dije.
-Quería dormir un poco más... Quizá después. Respondió ella.
No insistí más, pero le pedí que me enviase la localización, ella accedió y después de guardar la dirección en mi teléfono ella regresó a la habitación para dormir, Anton puso su equipaje en la habitación del segundo piso porque sólo habían dos camas en el primero, y al regresar se reunió conmigo y Costin en la mesa del comedor.
-Alina fue quién me convenció de hacer este viaje, yo pensé que sería una buena idea para mejorar su estado de animo. Dije.
-Creo que debiste decirle ahora, se va a tener que enterar tarde o temprano. "No es nada importante" - dijo Anton, imitando mi voz en tono de burla - ¿Tú eres ridículo?
-Muchachos, creo que se están ahogando en un vaso de agua, hay muchísimas cosas más que podemos hacer que no sea explorar. O simplemente explorar en otros sitios. Dijo Costin.
-Sólo me da pena que le dije a Alina que este viaje era para explorar, a ella le encanta. Dije.
-Además, existe la posibilidad de que no pase nada, puede que podamos explorar y que no nos encontremos con nada malo, nunca nos pasó nada en Romania. Añadí.
-TEsto no es Rumania. Dijo Anton.
-¡Pero coño, ya estamos aquí! ¿Quieres que le diga que ya no vamos a la zona rural después de decirle que lo haríamos? Criticas demasiado a veces, Anton. Respondí.
.
-Hermano, baja la voz. Pidió Costin, apuntándo con la mirada al cuarto de Alina.
Al darme cuenta, pedí perdón, bajé la voz y dije:
-Bueno, sólo les pido que no le digan nada, le diré que quizá no vayamos a la zona rural, le pediré perdón si es necesario. Pero insisto en que creo que deberíamos ir de cualquier forma. Creo que es muy improbable que algo pase.
Anton y Costin asintieron, dándome a entender que harían lo que les pedí. Después de nuestra conversa, Costin me mostró a mí y a Anton la cocina, que venía equipada con una nevera-congelador, un fregadero, microondas y las típicas cosas que en una cocina se encuentran. Después nos enseñó el resto del primer piso (con excepción de la habitación donde dormía Alina) en donde había una habitación que servía como pequeño almacén en donde teníamos una lavadora y un estantal, el calentador de agua que conectaba con los dos baños, y otros utensilios como una cubeta, una escoba, un trapeador, un martillo y unas escaleras plegables, en esta habitación había una puerta con ventana que conectaba con la parte de atrás. En el segundo piso al subir las escaleras, teníamos otro baño al girar a nuestra izquierda, a nuestra derecha teníamos el cuarto en donde dormirían Anton y Costin, y al rodear las escaleras teníamos una puerta a la derecha que nos llevaba al balcón con la vitrina. A la izquierda una puerta cerrada, Costin nos dijo que era la habitación del propietario. Al acabar el pequeño tour, Costin dijo que iría con Anton a comprar comida en el supermercado y me preguntó si quería ir.
-No ahora, voy a alquilar el coche, así no tenemos que hacerlo después, luego pasaré por el supermercado, quizá llegue más tarde. Dije.
-¿Sabes cómo llegar en transporte público? Preguntó Costin.
-No tomaré transporte público, queda a veinte minutos a pie, creo que es más fácil caminar.
Luego de salir de la casa, le dejé un mensaje de texto a Alina diciendo que iríamos a hacer las compras y que nos esperase, pues se me había olvidado mencionárselo cuando estaba despierta. Al dejar el pórtico los muchachos caminaron conmigo hasta la calle en la que tomamos el autobús, y al llegar me dijeron que debían tomar la dirección por la que vinimos de la estación, yo tomaría la dirección contraria, nos despedimos y nos separamos después de eso, ninguno de nosotros lo mencionó en la casa, pero debido a la naturaleza de la conversación, asumí que no querían visitar la zona rural de Durlești. Mientras caminaba pensaba en qué le diría a Alina, pensaba en la manera en la que me disculparía o me prepararía para la reacción que tendría. Una parte de mí creía que lo entendería, desde que la conocí ella siempre fue una mujer serena y que no se molestaba con facilidad, después del accidente sin embargo, se había vuelto ligeramente impredecible.
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Más tarde, cuando el reloj marcaba las cuatro horas de la tarde, el sol de Chisináu se ocultaba rápidamente en el horizonte tintando de naranja el claro cielo de la capital, mientras conducía por la zona de Otovasca, nos dirigíamos a un mirador de la zona para ver el ocaso, no hablé mucho desde que comenzamos el viaje. En la casa les dije a los chicos que quería estar a solas con mi novia, ellos eventualmente encontraron una excusa para no acompañarnos.
Llegamos al mirador poco tiempo después. y mientras conducía por la entrada, sonaba en la radio una de mis canciones favoritas de una banda que me gustaba.
"Închide ochii şi dă-mi-i mie
Am să-i închid şi eu
Să ţi-i dau ţie"
-¿Recuerdas este grupo? Los vimos en vivo en el Hard Rock Cafe. Dije.
-Lo recuerdo, ¿Ese en dónde compraste la playera y te tomaste la foto con el vocalista?
-Si, me gustan sus canciones más energéticas, este es su tema más popular, y me gusta que esté en Romeno, ese álbum lo grabaron casi enteramente en Inglés, con excepción de esta canción.
Ella sonrió, mientras miraba por la ventana del carro, concentrándose en el cielo, dio una corta pausa antes de responder.
-A mi también me gusta, creo que cantan en Inglés para hacerse populares fuera de Rumania. Dijo ella.
"Prin ochii tăi nu pot să mint
Prin ochii mei înveţi ce simt
Mă vezi mereu
Mereu zâmbind
Prin ochii mei înveţi ce simt"
Al estacionar, Alina me miró y dijo:
-Vasile... ¿Hay algo que quieras decirme?
No respondí inmediatamente, lo que hice fue apagar el motor, sin sacar las llaves de la ignición, dejando la radio aún encendida, luego tomé unos segundos para pensar en la respuesta, y después de fracasar en el intento, decidí responder con sinceridad.
-Si.
-¿Es algo malo? Siento que has querido hablar desde hoy en la mañana.
-Es acerca de nuestros planes, y sentí que sería mejor salir a tomar aire fresco antes de decirte. Dije, bajando el volumen de la radio.
"Acum priveşte-mă prin ochii mei în timp ce euTe privesc pe tine prin ochii tăi în timp ce tu..."
Llegábamos al mirador y nos encontrábamos ahora mirando el atardecer.
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